capitulo 47

"El significado"

Este símbolo celta de amor eterno está formado por dos triskeles. Cada uno de los triskeles, tiene tres nudos (tres puntas), denotan los tres aspectos de una persona, cuerpo, mente y alma. Los dos triskeles, unidos juntos, demuestran un círculo. El círculo representa el amor eterno, la vida o la eternidad. Así la figura representa a dos personas, unidas en cuerpo, mente, y alma en amor eterno.

 

posted by EVA CARDONA on 20:23

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Capitulo 46

"¿Una historia que se repite?"


Álvaro: ¡¡A ver Gonzalo!! ¿Que eso tan importante que no puede esperar?
Gonzalo: Es que no se por donde empezar
Álvaro: ¿que tal por el principio?
Gonzalo: Ja, muy gracioso. Es que es muy raro. Es que estaba en casa, duchándome tranquilamente cuando de repente oí una voz extraña
Álvaro: ¿una voz extraña? ¿Y que te dijo esa voz?
Gonzalo: Me dijo: Escucha el corazón de los amigos y serás escuchado como amigo, perdona a tus amigos y serás perdonado, conserva la amistad y conservarás la vida. Y luego dijo algo muy raro algo así como "La verdadera amistad es planta de lento crecimiento que debe sufrir y vencer los embates del infortunio antes de que sus frutos lleguen a completa madurez."
Álvaro: ¡ Esto es típical Druidi"!
Gonzalo: ¿que?
Álvaro: Nada, ¿viste algo cuando escuchaste la voz? ¿Alguna imagen?
Gonzalo: No, nada, ¿Porque lo dices?
Álvaro: Por curiosidad
Gonzalo: Ya se que pensarás que estoy loco oyendo vocecitas y eso, pero necesitaba hablarte de ello, necesito recuperar a mi hermano de sangre, a mi compadre, a mi único y verdadero amigo. Al menos debo intentarlo. Álvaro yo se que te fallé, que el miedo me pudo y dejé que venciera a la amistad, pero he aprendido la lección, sé que se siente cuando de repente te encuentras solo, sin amigos, sin compañeros, sin amor... Tú has estado siempre a mi lado, hemos pasado por momentos buenos, de risas, de fiesta, pero también por momentos duros y difíciles y siempre estuvimos allí, uno al lado del otro, no dejes que esto se estropee por una tontería mía. De verdad siento haber sido un cobarde Álvaro.
Álvaro: (mirando a Gonzalo y sin hablar durante unos segundos) ¿y has venido a despertarme a las tantas de la madrugada solo para decirme que lo sientes?
Gonzalo: Si
Álvaro: Pues entonces no me queda más remedio que perdonarte. Aunque no te lo creas yo también te he echado de menos.

Gonzalo se abrazó a Álvaro los dos se rieron y empezaron a hablar de lo que les había pasado a cada uno de ellos mientras habían estado separados. Esta vez no fue una de sus conversaciones típicas, esta vez no hubo fanfarroneo, no hubo conjeturas, solo hubo sinceridad, algunas palabras de arrepentimiento y un sentimiento en el alma de haber recuperado una parte esencial de ellos mismos. El despertador de Bea sonó a las siete, el trabajo en MDV le esperaba. Al levantarse se percató que Álvaro no estaba en la cama, se levantó de un salto, se puso el batín y salió al salón comedor.

Bea: ¡¿Pero aún estáis aquí?!
Álvaro. Perdona se nos ha pasado el tiempo
Gonzalo: perdona, yo ya me voy. (Levantándose y marchándose hacia la puerta)
Álvaro: ¡Gonzalo!
Gonzalo: ¿qué?
Álvaro: Nos llamamos
Gonzalo. (Sonriendo) Claro. (Marchándose)
Bea: Sentándose en el sofá al lado de Álvaro) ¿Oye, que ha pasado aquí?
Álvaro: Nada, el Druida que ha hecho su último acto de presencia
Bea. ¿Que?
Álvaro: le habló a Gonzalo mientras se duchaba, le dijo que viniera a verme y que intentara recuperar a un amigo.
Bea. ¿De verdad? Este Druida está en todo (riendo)
Álvaro. Sabes, me alegro de volver a hablar con Gonzalo, a pesar de todo el siempre estuvo conmigo
Bea: ¡Si es que sois como Zipi y Zape!
Álvaro: (Riéndose)...como zipi y zape..... Bueno me voy a duchar que tengo que irme pitando al juzgado para lo del control de la condicional...


Diego había estado toda la noche dando vueltas a lo de Julio y por la mañana a primera hora reunió a sus abogados para que estudiaran el caso de la adopción de ese niño. Con ese pensamiento se fue a la casa de la infancia, a prestar sus servicios.

En el bufete de abogadas, Driade la secretaria, había subido a la sala donde estaban Ibel y el resto de abogadas para entregarle la foto del último caso que habían llevado. Esta vez habían ganado, así que la foto tenía que colocarse en la pared de la izquierda.
Ibel: Driade cariño, ¿te importaría colgarla tú?
Driade: si, por supuesto.

Driade se fue al panel de la izquierda cogió una de las chinchetas pero cuando iba a poner la foto vio algo extraño.

Driade: ¿Y esto?
Ibel: ¿El que? que pasa Dri
Driade: ¿esta foto no estaba recortada por la mitad?

Todas se levantaron y fueron a mirar la foto de la que hablaba Driade. Era la foto que se habían hecho con Sandra, Gonzalo, Álvaro y Bea. Como habían ganado el caso a medias decidieron recortarla, en el lado de los casos ganados estaban ellos en el de los perdidos Álvaro y Bea, pero misteriosamente la foto volvía a estar entera. Ibel corrió al lado opuesto para comprobar si seguía allí el trozo de foto que habían recortado en la que salía Álvaro y bea detrás, pero no había rastro de ella. Habían aparecido todos en el lado de los casos ganados...como por arte de magia.
FIN.
Un año después.....

Las cosas habían seguido su curso durante ese año, con normalidad y sin grandes sobresaltos. La revista MDV se había afianzado en el mercado en un tiempo record, cosechaba premios y galardones, se había hecho un hueco entre las mejores revistas del país. Bea y Álvaro estaban apunto de alcanzar el sueño que un día les unió, conseguir que la revista se expandiera en el mercado, aunque no fuera Bulevar 21. Los dos trabajando codo con codo, formando el mejor equipo de empresarios, estaban apunto de lanzar su revista no solo en Latinoamérica sino que su expansión iba a ser a nivel mundial. Llevaban medio año casados, su boda fue un tanto especial, por la mañana iglesia y banquete solo para familiares y compromisos, por la noche empezó otro banquete solo para amigos, muy informal en el jardín de su nueva casa, su hogar. Allí fue donde Gonzalo conoció a una de las redactoras de la revista que le atrajo sobremanera desde el primer momento, lauriya, que ahora se había convertido en su novia oficial y futura señora de Soto.

Bea y Álvaro, cuatro meses después de convertirse en marido y mujer se habían quedado embarazados de un niño que iban a llamar como el abuelo, Francisco.

Diego había cumplido su periodo de servicios a la comunidad y a golpe de talón consiguió hacerse con la custodia de Julio. Empezó a educarlo y prepararlo para seguir sus pasos.

Nunca nadie volvió a saber del Druida, nunca les volvieron a pasar cosas extrañas ni surrealistas.


Los años se habían sucedido uno tras otro
. El hijo único de Bea y Álvaro, Fran, iba a ser nombrado director de la revista que con tanto esfuerzo habían levantado sus padres. La revista no pasaba por un gran momento. Las ediciones digitales estaban desbancando a las ediciones de papel, las nuevas tecnologías se imponían y Fran tenía el sueño de modernizar la revista, de convertirla en la revista digital más puntera de mercado. Para conseguir ese sueño necesitaba dinero, mucho dinero, y la solución pasaba por vender una parte de las acciones de MDV, necesitaban hacerlo para renovarse. El único comprador de las acciones fue un tal Julio, Julio de la Vega. Lo primero que hizo Fran fue buscarse una secretaria eficiente, tan eficiente e inteligente como su madre, que le ayudara a expandirse y conseguir su sueño.

 

Capitulo 45

"Todo esta relacionado"


Álvaro y Bea se fueron aturdidos hacia el hotel para acabar de hacer las maletas. No paraban de hablar de lo que acaban de vivir, era realmente increíble, de locos. En un momento mientras estaban en la habitación recogiendo todo Álvaro dijo:

Álvaro: no me esperaba que le Bythol significara el amor eterno.
Bea: Ya, pero es bonito, yo también creía que significaba algo mas raro, mas oscuro pero hay que reconocer que es precioso.
Álvaro: Pero aún hay cosas que se me escapan, que no acabo de entender. Sabemos lo de los pétalos, sabemos que significaban todos esos sentimientos que sentía en los ataques, que lo que los paraba era el agua que representaba tus lágrimas, sabemos que significa el bythol, que todo esto nos pasa por el druida, porque debía cumplir la misión de unirnos, pero lo que no entiendo es porque si nos quería unir no evito que fuera a la cárcel y nos separáramos, porque dice que todo esta unido y relacionado, porque siempre hemos encontrado la oposición de nuestros padres, de la gente…porque surgían los ataques…
Bea: hombre el Druida dijo que lo descubriríamos poco a poco.
Álvaro. Que rabia me da el misteriosito del Druida ¿no podría aclarárnoslo todo de una vez por todas?
Bea: En fin, será mejor que salgamos para el aeropuerto o perderemos el avión y te recuerdo que mañana tienes que presentarte en el juzgado por lo de la condicional.
Álvaro: Ya no me lo recuerdes.

Álvaro y Bea se fueron al aeropuerto, embarcaron y subieron al avión. Estaban en primera clase uno sentado junto al otro, sin nadie más allí. El avión despegó, el comandante dijo su retahíla de instrucciones y luego las azafatas dieron la pertinente explicación sobre seguridad. Cuando el avión se estabilizó se desabrocharon los cinturones y Bea se puso a leer la prensa económica que se había comprado en el kiosco del aeropuerto. Álvaro aburrido sacó de su mochila la libreta que le dio el Druida. No podía evitar pensar en todas las cosas que le había contado. Como otras veces abrió la libreta por una página al azar pero esta vez no había nada escrito, la libreta estaba en blanco.
Álvaro: Bea, mira la libreta está toda en blanco.
Bea: ¿Qué?
Álvaro: He abierto la libreta para ver si me daba alguna pista y nada, no hay nada
Bea. A ver

Bea abrió la libreta y efectivamente no había nada y con un gesto de extrañeza se la devolvió a Álvaro. La libreta estaba abierta por la mitad, Bea la sujetaba por arriba y al dársela a Álvaro la cogió por abajo. Al instante algo apareció en las páginas en blanco mientras los dos la sujetaban

Bea: ¿Y esto?
Álvaro: No se, solo espero que no se borre

Bea probó a soltar la libreta y tuvieron suerte el texto y las flechas no desaparecieron. Estuvieron mirándolo un rato en silencio hasta que Bea se dio cuenta de que el Druida decía que todo estaba relacionado y eso era la prueba.

En Madrid Diego acudía por obligación a pasar sus horas de servicios a la comunidad con los niños. Había uno en especial que le llamaba la atención, era un niño solitario que siempre jugaba solo, apartado de todos y le recordó a él. Quizás veía una parte de su infancia en la mirada de aquel niño y disimulando y sin que se le notara mucho fue acercándose a aquel niño. Diego intuía lo que decirle porque el había estado en una situación parecida. Se acercaba con sigilo, sin decir nada, se sentaba a su lado esperando que fuera el propio niño quien tomara la iniciativa de enlazar una conversación. De hecho la estrategia a Diego le funcionaba y cada día notaba un mayor acercamiento y confianza.


De regreso a Madrid, Bea y Álvaro se fueron a su piso, el viaje había sido intenso y lo vivido todavía más así que su intención era descansar, deshacer las maletas y dormirse hasta el día siguiente. A los dos les esperaba una jornada dura. Pero a altas horas de la mañana sonó el timbre de la puerta. Álvaro dormía y en estado de soñolencia se giro sobre la cama y soltó un sonoro - ¿Si diga? Bea al ver que Álvaro estaba medio dormido se levantó se puso la bata y abrió la puerta:

Bea: ¡¡Gonzalo!! ¿Pero que pasa? ¿Tú sabes las horas que son?
Gonzalo: Lo siento Bea pero llevo todo el fin de semana intentando localizar a Álvaro. Necesito hablar con él.
Bea: Gonzalo ahora no es buen momento, estamos, bueno estábamos durmiendo, mañana te pasas por la tarde a la revista y hablas lo que quieras con el (Casi cerrándole la puerta)
Gonzalo: (Poniendo el pie para que la puerta no se cerrara del todo) Tengo que hablar con Álvaro, ¡¡Álvaro!!
Bea: ¡¡Gonzalo!!¡¡ Por el amor de dios!! Pero no ves que no son horas!!
Gonzalo: ¡¡Álvaro!!

Álvaro escuchó gritos y al ver que Bea no estaba en la cama se levantó de golpe y corrió a ver que pasaba.

Álvaro: ¿Gonzalo? Pero que co... carajo haces aquí a estas horas!!
Gonzalo: Álvaro necesito hablar contigo.
Álvaro: ¿Y no puede esperar hasta mañana?
Gonzalo: NO, llevo todo el fin de semana intentando localizarte y necesito decírtelo ahora.
Bea: Yo me voy a dormir os dejo solos.
Álvaro: Ya puede ser importante para levantarme ha estas horas Gonzalo
Gonzalo: Lo es, al menos para mí.


Diego cada vez se sentía más cómodo entre los chicos. Y no le quitaba la vista a ese niño triste y solitario que jugaba arrinconada en la esquina del patio de la casa de la Infancia... Ese día al acabar sus servicios y antes de irse se acercó al despacho de la Directora y le preguntó por ese niño. Diego no podía creer lo que esa mujer le estaba contando. Era un niño que vivía interno allí. Su familia había sido una familia influyente de buena cuna, dirigían una periódico de tirada nacional .Siempre había sido un niño conflictivo pero el que sus padres fuera gente adinerada le había permitido tener cualquier cosa al alcance de la mano. Un día mientras sus padres volvían de una fiesta de alto copete tuvieron un accidente y murieron. Nadie quiso hacerse cargo del niño así que pasó a manos de los servicios sociales que lo alojaron allí. A diego se le iba cambiando la cara a medida que iba escuchando la historia, le parecía estar escuchando su historia pero con algunos matices distintos. Cuando la directora acabó su explicación Diego se la quedó mirando sin mediar palabra a lo que la directora le hizo un gesto fugaz para que reaccionara.
Diego. Que pasaría si yo quisiera adoptar a ese niño
Directora: Usted!! Vamos por favor que viene de cumplir condena, ¿usted cree que algún juez le daría la tutela de Julio siendo un exconvicto?
Diego: Oiga, yo he estado en la cárcel por una confusión fiscal, no soy ningún asesino, ningún ladrón…no sabe usted con quien esta hablando.

La conversación se puso tensa y antes de perder los nervios, Diego con su natural frialdad se levantó y dijo.
Diego: Volverá a saber de mi
Directora: claro, mañana, que tiene que estar aquí a las 8 en punto para prestar sus servicios a la comunidad.

Diego se fue para su casa, solo sin quitarse la solitaria imagen de ese niño mezclándose con las imágenes de su infancia. Mientras se duchaba pensaba en el cúmulo de coincidencias entre ese niño y el. El mismo carácter, la misma historia familiar, incluso su nombre Julio, Diego Julio de la Vega, si adoptara a ese niño se llamaría como su propio padre, Julio de la Vega.

 

Capitulo 44

"La Verittà Celta"


Álvaro: ¡¡ven Bea!! Bajemos a la playa.
Bea: ¿Otra vez? ¿Para qué?
Álvaro: ¿Como que para que? ¡¡Para disfrutar de la playa, de la arena, del solecito...de nosotros!!

Los dos recogieron sus mochilas, al medio día iba a volver el Sr. Alberto con el barco y los llevaría de nuevo al hotel, y bajaron a la playa. Se quedaron los dos un rato sentados en la playa abrazados, hablando. Álvaro consiguió tranquilizar a Bea y le hizo olvidar aunque fuera momentáneamente la aparición del Druida. Jugaron con la arena, pasearon por la orilla cogidos de la mano y entre risas...hasta que Álvaro se agacho y escribió algo en la arena. Te amo dentro de un corazón.


Bea al ver el mensaje le sonrió y sin pensárselo se lanzó sobre él recostándole sobre la arena y besándole. Poco a poco aquel beso se iba envolviendo de pasión. Él, sin poder controlarse, le quitó la camiseta que llevaba puesta Bea y con destreza sus manos se dedicaron a desabrocharle el sujetador. Ella hizo lo propio con la camiseta de Álvaro. Sus cuerpos se retorcían uno sobre otro al compás de sus labios y el momento los condujo a un estado de deseo tal, que olvidaron por completo donde estaban, el mar, la arena, el reloj....abandonándose por completo al imperioso deseo de su fuego interior.


Sin darse cuenta el señor Alberto y su gran barco se acercaban a la orilla. Al verlos tumbados uno sobre el otro, el capitán intuyo la escena y decidió hacer sonar la campana del barco antes de acercarse a la orilla por completo. Al oír la campana, Álvaro se incorporó un poco, con Bea todavía sobre él y de espaldas al mar y le dijo:

Álvaro: Creo que viene a buscarnos.
Bea: ¡¡Vaya por Dios, que puntual este hombre!!

Álvaro se rió y cogió la ropa de Bea dándosela y poniéndose de golpe su camiseta. Cuando Bea se acabo de vestir, cogieron sus bártulos y se acercaron al barco. El Sr. Alberto les ayudo a subir mientras les preguntaba que tal había ido todo, aunque en realidad la pregunta fuera obvia y no necesitara respuesta.

Al llegar al Hotel los dos subieron de nuevo a su habitación. Dejaron sus cosas, se asearon y se dirigieron al comedor del hotel. Les quedaba poco tiempo de estar allí ya que por la tarde regresaban a Madrid. Álvaro tenía que estar al día siguiente en los juzgados por lo de su condicional y Bea en la revista organizando un nuevo número de Tempo MDV, aunque esta vez era distinto, compartía las decisiones de la revista con Álvaro y codirigían el proyecto juntos.

Cuando acabaron de comer decidieron que podrían ir hasta el paseo marítimo y pararse en la Bocca de la Verittà como aquel día que estuvieron allí. Y así lo hicieron aunque esta vez ninguno de los dos fingía nada. Esta vez iban cogidos de la mano, abrazados, sin temores, convencidos, realmente enamorados. Tenían la esperanza de recordar algo que pudiera darles la clave de los misterios. Cuando llegaron al lugar exacto donde se encontraba la bocca de la Verittà Álvaro dijo:

Álvaro: ¿Hoy quien va a meter primero la mano? Porque la otra vez fui yo el primero...
Bea: Que te parece si ponemos la mano los dos juntos...
Álvaro: Bueno, pero sin bromitas... (Sonriendo malevolamente)
Bea: Jooo!! ¡¡Quien fue ha hablar señor mehagoelmancoparaasustarte .

Álvaro extendió su mano y bea puso la suya sobre la de él extendida también, y entre miradas cómplices y risas poco a poco fueron introduciéndolas en la boca. Se miraron y cuando iban a hablar, de repente sus expresiones cambiaron, sus cuerpos se paralizaron y quedaron absortos y atrapados en una sensación extraña. Se vieron e ellos mismos, en ese mismo instante con sus manos juntas dentro de la bocca de la Verittà, como si de una experiencia extra corpórea se tratara, esa imagen de ellos mismos se deshizo en un barrido a la izquierda llevándolos de nuevo a un lugar extraño, desconocido para ellos, con una atmósfera especial. Era como si su subconsciente hubiera viajado a otro lugar pero viendo su consciente y sus cuerpos parados con las manos dentro de la Bocca. Una sensación extraña, paralela, desdoblada, por un lado la realidad y por otro lo fantástico, lo irreal de aquel paraje y aquella situación.

Los dos, mirando aquel lugar extraño para ellos,



Rodeado de piedras pero a la vez viéndose clavados en el paseo marítimo junto a la boca de la verittà empezaron a preguntarse que les pasaba, a la vez que admiraban aquel paraje. Un cielo anaranjado daba un toque cálido al lugar, las piedras imponentes ante ellos se alzaban como estatuas vigilantes, todo tenía un matiz místico, agradable, pero que resultaba a la vez inquietante. De repente un hombre con una túnica blanca con capucha calada
hasta los ojos se acercó hasta ellos.

- Hola Álvaro, Hola Beatriz
Álvaro: ¿Druida?

Cuando Bea oyó a Álvaro preguntar si era el Druida se acercó a Álvaro y le cogió de la mano. A Bea aquel hombre le infundía intranquilidad, desconcierto, porque se le escapaba a cualquier juicio lógico.

-Si, soy el Druida, pero aquí podéis llamarme ANGUS MAG OG. Soy el dios del amor. Era uno de los dioses antiguos de Irlanda. Os preguntareis donde estáis ¿verdad?
Álvaro y Bea: Si.
Druida: Estáis en el Stonehage en Wiltshire, en Gran Bretaña, cerca de Amesbury. Esto es un santuario celta y guarda grandes misterios. Pero ahora no hay tiempo para eso porque os voy a contar mi historia, necesitáis oír mi breve historia:
Una vez quedé totalmente enamorado de una doncella que vi en sueños. La busqué por todas partes. Un día mi ayudante me dijo que había encontrado a una chica que parecía ser la chica que se me revelo en mis sueños, ella estaba en un gran lago. Fui en su búsqueda y encontré a muchas doncellas cerca del lago. Todas estaban unidas con una cadena de oro a su pareja. Averigüé que la doncella se llamaba Caer y que tenía el poder de convertirse en cisne cada año. Un día me atreví a llamarla y justo cuando pronuncié su nombre me transformé en un hermoso cisne. Me lancé al lago y la rodeé entre mis brazos ella me aceptó y nos unimos en el amor y cantamos juntos y aquellos que escucharon nuestra música durmieron durante tres días y tres noches.
Ella ha muerto y yo dejé mi apariencia de cisne. La Deidad celta CEL, me otorgó el privilegio de residir en Ceugant pero con la condición de ayudar a unos mortales, a encontrar el amor para poder elevarme así a Deidad del Amor, algo así como el dios de todos los dioses del amor. Por ello debía hacer honor a mi nombre, demostrar que el amor verdadero existe, incluso en un mudo tan lleno de egoísmo, maldad, tan débil y contagiado de mentiras, tan corrompido como es el mundo de los mortales. Debía demostrar que todavía en ese mundo existen cosas bellas, que valen la pena, que todavía existe la pureza de corazón, que todavía existe la entrega, que todavía existe el amor y que hay "almas Bellas" que salvar y en las que creer. Era mi prueba de fuego para ser aceptado como Deidad.
Álvaro: ¿Y nos elegiste a nosotros? ¿Porque? ¿Como?
Druida: Para llevar a cabo mi cometido tuve que bajar a a Abreud (el plano de los mortales) y os cruzasteis en mi camino. El día que hablasteis en el Pub Irlandés yo estaba en una mesa contigua. Os oí hablar del amor. Cel me cedió muchos poderes, entre ellos el de ver las almas y pude ver las vuestras y vuestro destino. Vuestro destino tenía forma de Bythol. Al principio dude, no estaba seguro de que vosotros dos fuerais una elección segura. Por eso os seguí, si era ese hombre raro, y algo me confirmó que estaba ante mi pareja a ayudar.
Álvaro ¿el que?
Druida: Vosotros me lo confirmastéis, lo que sentían vuestros corazones, eso y el oráculo celta. En la barra del Pub Irlandés de Oropesa había impresas sobre la barra, unas cartas del oráculo celta y vosotros fuisteis a sentaros justo en la zona de mi carta. Coincidencia, destino... Mi carta significa:

ANGUS MC OG - EL AMOR PLENO


Esta es la carta del amor en plenitud, correspondido y soñado.

Cuando aparece esta carta indica que la persona que el destino nos reserva se encuentra cerca. También puede indicar la reconciliación de una pareja.
Es en otro aspecto la consumación del encuentro de dos seres opuestos que se desean y se atraen.
Es el intento por convertirse en un ser más completo.
Es un gran momento de contención emocional y es una época fructífera de puesta en marcha, de proyectos en general.
Claves: amor y éxito

Os observé durante largo tiempo, en vuestras vidas, en vuestros trabajos, en vuestras mentiras, en vuestras verdades y en vuestros sentimientos y fuisteis cumpliendo cada uno de los significados de mi carta oracular. A pesar de que vosotros no lo manifestabais, vuestros corazones lo gritaban. Por eso decidí ayudaros. Ya sabéis lo que significan los pétalos, habéis hecho un buen trabajo juntos pero aún os quedan por descubrir algunos misterios, como el Bythol. Supongo que queréis saber su significado.

Bea: Sí
Álvaro: Sí
Druida: Este símbolo se forma a partir de dos triskeles como ya intuisteis. Los triskeles tienen tres nudos cada uno, denotan los tres aspectos de una persona, cuerpo mente y alma. Los dos triskeles, unidos juntos demuestran un círculo, el círculo representa el amor eterno, la vida o la eternidad. Así el Bythol representa a dos personas, unidas en cuerpo, mente y alma en amor eterno. Este es el símbolo celta del amor eterno y desde que os conocisteis se fue formando en vuestros corazones, el destino lo ha formado en vuestras almas y solo ha aparecido ante vosotros cuando habéis sido plenamente concientes los dos, cuando realmente habéis estado unidos los dos, cuando los dos habéis unido vuestras almas, vuestras mente y vuestros cuerpos. Solo cuando os habéis empezado a amar eternamente el uno al otro. Mi misión era únicamente haceros conscientes de ese amor, de vuestra eternidad, solo he ayudado al destino a conseguir su objetivo final. Pero no olvidéis que todo está unido y todo está relacionado. El resto de vuestras dudas las resolveréis poco a poco. Ahora me despido para siempre, por siempre. Mi cometido ha llegado a su fin y regreso a Ceugant como Deidad gracias a vosotros. Os he ayudado y me habéis ayudado. Velaré por vosotros desde Ceugant. Seré por siempre vuestro Dios celta y como buen Dios tendréis mi protección.

Álvaro y Bea, cogidos de la mano, sin mediar palabra y con la duda pegada a su incertidumbre vieron alejarse al Druida. Para ellos siempre sería el Druida. De golpe sus consciencias volvieron al lugar de donde habían partido. Justo delante de la Bocca de la Verttà, con sus dos manos dentro. Como un empujón sus cuerpos se sobresaltaron, como si hubieran caído dentro de sus propios cuerpos y hubieran vuelto a la realidad. De golpe los dos retiraron sus manos de la ranura y se miraron impresionados, estupefactos, incrédulos y algo asustados.
Álvaro: ¡¡Dime que tu estabas allí conmigo, que también lo has visto, que sabes quien es Angus Mag Og!! Bea: Si, si se quien es, he estado allí también cogida a tu mano.

 

Capitulo 43

"Dulce amor el alcanzado con dificultades"


Los dos entraron en la cueva abrazados y Álvaro se separó lo justo de Bea para mirarla a los ojos mientras le acariciaba las mejillas con las manos.

Álvaro. ¿Estas bien?
Bea: Sí, estoy mejor...
Álvaro: Calmémonos y pensemos...

Álvaro llevó a Bea de la mano hacia la mesa que estaba en el centro de la cueva a modo de comedor, se sentaron uno junto al otro, pero Álvaro volvió a levantarse y rebuscó algo en su maleta, que Bea había cogido del hotel con anterioridad para que estuviera en el barco del Sr. Alberto antes de subir en él ellos dos. Álvaro sacó la libreta negra que el Druida le había dado en la cárcel y volvió a sentarse junto a Bea.

Bea: ¿vas a buscar pistas en la libreta?
Álvaro: No, solo es por tenerla a mano, por si acaso. A ver pensemos con calma que es lo que nos ha querido decir el Druida. ¿Te acuerdas tú de algo? porque yo con tanto acertijo me lío.
Bea: Ha dicho muchas cosas. Ha dicho que busquemos pistas en lo evidente y cerca de nuestros sentimientos.
Álvaro: Entonces todo los que nos pasa tiene que ver con sentimientos.
Bea: Y además es evidente...según el Druida
Álvaro: ¡Ya te digo yo que lo que es evidente para este hombre no lo es para el resto de los mortales...!
Bea: Luego me dijo que buscara los pétalos en mi interior porque estaban movidos por sentimientos. Supongo que tendrá que ver con lo de que me comí el pétalo de aquel ramo que me envió Gonzalo en tú nombre, ¿te acuerdas que hablamos de eso?
Álvaro: Sí, en la casa de la sierra de mis padres. Ese pétalo contenía todos tus sentimientos por mí, pero ese pétalo provenía de una mentira,
Bea: Si, contenía todo mi amor por ti, sentimientos totalmente sinceros y fuertes. Cuando me regalaste aquel corazón de rosas hice lo mismo que aquel día, pero esa vez el pétalo provenía de una verdad, hice lo mismo intentando deshacer aquello y parece que funcionó porque desde entonces no han vuelto a aparecer en la palma de mi mano.
Álvaro: Si, eso está claro, pero ¿que querían decirte o enseñarte esos pétalos?
Bea: Yo creo que eran un recuerdo de mi amor por ti, como si quisieran recordarme lo que en el fondo sentía mi corazón, como si quisiera recordarme que mi amor por ti era fuerte a pesar de todo. Para recordarme que mi felicidad eras tú, que mi amor por ti estaba intacto como el primer día, como creí estarlo el día que recibí ese ramo de rosas.
Álvaro: ¿Cuando se te aparecieron los pétalos?
Bea: No sé, espera que haga memoria....El primer día que vi. el pétalo en mi mano fue el día después del juicio, después de pasar la noche juntos, cuando fui a despedirte y tú te fuiste en el coche de tú padre, yo llegué tarde y solo pude verte a lo lejos, dentro del coche y doblando la esquina. Luego se me apareció en Bulevar, cuando lo vendí, el día que eché un último vistazo a la revista sentada sobre una caja. En una comida con tu padre. Cuando firmé un cheque para dárselo a tus padres para pagar la multa que te impuso el Juez. En el sofá de mi casa después de haber discutido con mi padre. Al leer una de tus cartas que mi padre me había escondido. En el jacuzzí después de venir a verte a la cárcel, aunque allí fue diferente, fueron muchos pétalos formando un corazón atravesado por una rosa con tallo largo y la última vez fue la primera noche que pasamos juntos después de tu salida de prisión. Creo que no me he dejado ninguna.
Álvaro: Bea, en todas esas veces ¿había algo en común que desencadenara la aparición del pétalo?
Bea: (pensando un momento antes de contestar y haciendo memoria) ¡¡¡Si, sí1!!!(Algo sorprendida por el descubrimiento) De alguno u otra manera tú estabas presente.
Álvaro: ¿que quieres decir?
Bea: Pues que cada vez que aparecía el pétalo era porque me sentía cerca de ti, porque hablaba bien de ti, porque exteriorizaba mi amor por ti porque hacía algo pensando en ti, pensando en recuperarte, necesitándote cerca, deseando estar contigo, queriéndote y queriéndome.

Álvaro se emocionó y un aluvión de sentimientos de felicidad, de dicha y de amor desmedido le recorrió la piel estremeciéndola. Miró a Bea con pasión y la besó poniendo el alma en sus labios. Bea siempre le estuvo queriendo, a pesar de todo lo que el le había hecho, a pesar de lo mal que la había tratado, a pesar de hacerla sufrir...con esas palabras que acababa de pronunciar, se había dado cuenta de que Bea siempre la había amado, que su amor por él siempre había estado allí, a pesar de que ella quisiera esconderlo, estaba concentrado en ese pétalo, navegando por sus venas, guardando la pureza y la razón de sus sentimientos, esperando el momento adecuado para aflorar, para renacer. Después de besarla abrió en un impulso no premeditado la libreta del druida al azar. Miró a Bea y leyó en voz alta:

"El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio. Dulce amor el alcanzado con dificultades."

"En el verdadero amor el alma oculta al cuerpo"

Bea: Es muy bonito
Álvaro: Si, si que lo es, pero... ¿has entendido algo?
Bea: Supongo que las dificultades que hemos vivido nos han hecho mas fuertes, han hecho mas fuerte muestre amor
Álvaro: ¿Y lo del cuerpo y el alma?
Bea: Supongo que el amor reside en el alma, en nuestro interior, y nada tiene que ver con las apariencias. Porque el amor es lo que nos hacemos sentir el uno al otro, sin más.
Álvaro: Creo que lo de los pétalos lo tenemos bastante claro y no creo que aparezcan más.
Bea: ¿Cómo estás tan seguro?
Álvaro: Porque sabemos que significaban, porque aparecían, y tú y yo le pusimos fin a su cometido. Si tenían que recordarte tú amor por mí es porque existían dudas, temores, incertidumbres. Y ahora los dos nos hemos demostrado que estas incertidumbres y estos temores ya no existen. Que nos queremos de verdad, que lo que hay es un amor sincero y de verdad, para toda la vida, un amor correspondido que sentimos los dos, que compartimos, sin dudas, totalmente convencidos, inquebrantable. ¿Verdad? (cogiéndole de la mano y besándosela)
Bea: Por supuesto. (Acariciándole el rostro a Álvaro y besándole)
Álvaro: ¿que más dijo el Druida?
Bea: A ver....... pues que tú buscarás lo que paralizó tus angustiosos sentimientos en la forma que representó mi angustia.
Álvaro: Esto va a ser más complicado...
Bea: (pensativa) La forma que representó mi angustia...
Álvaro: (pensativo también) La forma que representó tú angustia. ¿Que representó tú angustia?
Bea: Pues como no sean las lágrimas....
Álvaro: Las lágrimas... ¿tus lágrimas pararon mi angustia? Suena raro ¿no?
Bea: Lagrimas, agua salada, mar....
Álvaro: ¡¡Agua!! Cada vez que tenía esos ataques y sentía esos sentimientos que me machacaban el Druida los paraba con agua. De hecho cada vez que tuve uno de esos ataques el agua estaba allí en una u otra forma.
Bea: En Internet leí que en la cultura celta se creía que el agua protegía de los impedimentos para lograr un objetivo.
Álvaro: Entonces...
Bea: ...entonces lo que paraba tus sentimientos negativos eran ¿mis lágrimas? ¿Cuales eran esos sentimientos negativos?
Álvaro: Sentía tristeza, por ver como te alejabas de mi, por no creerme cuando decía que te quería y por no darme una segunda oportunidad. Melancolía, por todo lo bueno y los maravillosos momentos que viví junto a ti y que en ese momento no tenía. Pérdida, por haberte perdido. Dolor, por haberte engañado, por haberte hecho daño, por ser yo quien te hacía sufrir y sobretodos ellos uno mas fuerte, el del miedo, miedo de no tenerte nunca más a mi lado.
Bea: ¿Y eran tan claros?
Álvaro: Eran muy dolorosos, me oprimían el corazón, no me dejaban respirar, era un dolor tan grande que mi conciencia no podía soportarlo y por eso me queda inconsciente. Al principio no sabía a que venían pero a raíz de una conversación con el Druida y después de pensar mucho en ellos supe que significaba cada sentimiento.

Bea nunca imaginó que Álvaro hubiera llegado a sentir algo así, que sus sentimientos de culpa y de su amor por ella llegaran a la magnitud que en ese momento Álvaro le estaba relatando. Se acordó de los ataques mientras preparaban sus defensas en el bufete de abogadas, de aquella noche después del juicio cuando Álvaro cayó al suelo mientras Gonzalo y Sandra discutían en la puerta del bufete de Ibel. Ese día que cayó al suelo, mientras empezaba a llover se asustó. Fue esa misma noche, la víspera de su ingreso en prisión, la misma noche que hicieron el amor y ella se lanzó a sus brazos sin saber muy bien que le empujó ha hacerlo. Quizá ese día, al sujetarlo entre sus brazos pudo sentir el sufrimiento de Álvaro, pudo sentir lo que él sentía en esos momentos, la verdad de su corazón, los sentimientos que le atormentaban, su culpa, su arrepentimiento, la verdad de su amor por ella. Quizá su subconsciente notó esa verdad sin ella saberlo y eso hizo que su deseo, su amor por él le lanzara a sus brazos y a su cuerpo, entregándose. Quizá en ese momento fue cuando descubrieron la verdad el uno del otro, que se amaban y así se lo demostraron sus corazones a través de sus cuerpos, aunque su mente no lo viera.

Bea le miró casi llorando y Álvaro se dio cuenta.

Álvaro: ¿Que pasa Bea? ¡Cariño! (algo asustado)
Bea: Nada, a veces las lágrimas son de felicidad.
Álvaro: (puso su frente sobre la suya sujetándole la cara con sus manos delicadamente) Te quiero, te quiero...
Bea: Y yo (entre sollozos y besándose con frenesí)
Álvaro: Quieres que dejemos de investigar...
Bea: No da igual, aún podemos seguir un rato antes de que vengan en barco a recogernos.
Álvaro: Bea... y si disfrutamos de esto y dejamos los acertijos para otro momento...Nos estamos perdiendo este increible lugar por estar intentando descifrar las frasecitas de un loco.
Bea: Un loco que puede que sea un espectro, o un fantasma o yo que sé que cosa...
Álvaro: Vale, pero vamos a dejarlo por hoy ¿vale?
Bea: Por mi perfecto, pero no se si podré olvidarme de la aparición...
Álvaro: Ven, (muy cariñosamente) vamos ha hacer una cosa
Bea ¿que?

 

Capitulo 42

"El horizonte trae pistas"


Los dos entraron en la cueva y se tumbaron en el colchón a ras de suelo con las copas de chanpán en la mano y la pequeña chimenea al fondo iluminando tenuemente las paredes robustas y abruptas de esa gruta. Los dos abrazados y tumbados sobre el colchón, hablaban de la locura de ese día, de la cena en la playa, de los fuegos artificiales... Poco a poco la lumbre de la chimenea se apagaba dejando que la oscuridad se hiciera mas patente sobre sus cuerpos y sobre el colchón. Álvaro le cogió la copa a bea y junto a la suya las dejó en el suelo en su lado de la cama. Sus manos comenzaron a quitarle la blusa a Bea. Sus respiraciones se aceleraban. Bea también empezó a desabrocharle la camisa a Álvaro dejándola resbalar desde sus hombros. Álvaro hizo lo mismo con el top de Bea, descubriendo su piel a la poca luz tenue que venia del fondo de la cueva donde se encontraba la chimenea. La mano de Álvaro agarraba la breve cintura de Bea, sus labios se acercaban a su cuello, lentamente, hasta acariciarlo, para dejar escapar junto a su oído una bocanada de aliento, casi un susurro. Entonces la espalda de Bea se arqueó y un débil gemido salió de sus labios desafiando el sonido del vaivén del mar que se oía de fondo. Muy despacio la mano de Álvaro hizo recuento de sus costillas, una por una, hasta alcanzar sus pechos. Los acarició suavemente, recreándose en sus formas. Las manos de Bea se colocaron sobre las de él apretándolas contra ellos, pidiendo más fuerza. Luego cayeron rodando sobre la cadera de Álvaro apretándolas contra ella. La boca de Álvaro se tensaba loca por morder, pero en lugar de hacerlo buscó la de Bea, acariciándola con la yema de sus dedos, recorriendo su cara, deseando sus labios y hundiendo la nariz entre su pelo, mientras el ruido de las olas del mar y la poquita luz de la chimenea seguían creando ese aroma de pasión en ese lugar tan especial y tan místico. Álvaro comenzó a besar su cuello, ha humedecerlo con sus labios, a morderlo deleitándose en lo que más le excitaba, el sonido acelerado de la respiración de Bea. Y pasó su lengua por la espalda de ella, saboreando su piel, sintiendo su suavidad, sintiendo, siempre sintiendo, sintiéndose los dos. Con mucha delicadeza Álvaro le puso sus manos sobre su vientre y comenzó a jugar con el borde de los pantalones de lino blanco que todavía llevaba. Deshizo el botón y la cremallera a la vez que acaricia sus muslos e iba bajando los pantalones de Bea. Cuando Álvaro se deshizo totalmente de los pantalones, ella con un movimiento contundente pero sensual lo tumbó de espaldas, y sentándose encima hizo lo mismo con los pantalones de Álvaro. La excitación de sus cuerpos ya no sostenía la delicadeza y se aceleraron en un fuego cruzado de besos y caricias espasmódicas, mas rápidas y ruidosas a la vez que se deshacían casi violentamente de su ropa más interior, sus bocas ansiosas se buscaban con desenfreno... Sus cuerpos se fundieron en uno, él abajo, ella arriba, sincronizando los vaivenes de sus cuerpos, excitados, atrapados por la lujuria, por la pasión, por los jadeos, por la respiraciones entrecortadas, por el placer de hacer el amor descontrolados amándose con locura. Y así pasaron casi toda la noche.

Por la mañana el cansancio se había negado a madrugar y solo los calientes rayos de sol del mediodía entrando por el balcón del acantilado hicieron que sus cuerpos retornaran del placer y de la pasión al nuevo día que ya hacia tiempo había empezado. Primero se despertó Bea que se acercó a Álvaro pegándose a él y acariciándole los labios y el mentón. Álvaro al notar el contacto de la delicada y suave piel de Bea, la cogió y se la llevó sin abrir los ojos hasta su regazo. Bea estaba tumbada sobre el pecho desnudo de Álvaro dejando su cabeza a la altura del cuello de él. Como se había desvelado jugaba a darle cálidos besos en el cuello de Álvaro. Él, que la abrazaba fuerte con sus brazos sonrió a pesar de mantener los ojos cerrados. Bea al ver la sonrisa en sus labios le dijo:- ¿Con que te gusta ehh?- Y siguió mordisqueándole el cuello. Álvaro respondió con una carcajada y de repente e inesperadamente dio un salto sobre el colchón dejando a Bea debajo de su cuerpo y atacándole con pasión el cuello a ella.

Álvaro: ¡Ya sabes que me encanta!

Al cabo de un rato de juegos, caricias y besos apasionados, los dos decidieron levantarse y comer algo. A Álvaro se le ocurrió que estaría bien desayunar en la playa y así lo hicieron. Bajaron el zumo y la bollería que encontraron en el armario de la cocina, un mantel y unas servilletas y recorrieron el caminito que unía la playa con la mágica cueva. Allí en la orilla frente al mar, uno en brazos del otro, reponían fuerzas, se reían y disfrutaban de la romántica soledad que les brindaba ese lugar.

De pronto Álvaro se sobresaltó:

Bea: ¿Que pasa Álvaro? - se asustó Bea
Álvaro: ¡¡Mira allí!!-señalando el horizonte- ¡¡lo ves!!
Bea: (casi paralizada) Si...

De repente Álvaro y Bea vieron ante ellos sobre el horizonte un haz de luz solar mas intenso de lo normal que se reflejaba sobre el mar, y entre el sol que desprendía esos intensos rayos y el agua, apareció una nube difuminada que adoptó la forma del Bythol. Los dos se quedaron parados, asustados por aquella visión. Por un segundo se miraron a los ojos con la preocupación pegada a sus pupilas y a sus rostros, para ver después como la nube iba desapareciendo. Por unos instantes vieron de nuevo un horizonte en calma, sin nubes, volviendo a la normalidad de antes y a lo habitual de su forma. Pero una voz que provenía de sus espaldas y muy cerca de sus oídos les asustó.

-Querido amigo, habéis encontrado en vuestras almas el sentido al símbolo, solo debéis interpretarlo en vuestra mente y dejarlo fluir en vuestro cuerpo.

Bea y Álvaro se giraron de golpe intuyendo que había alguien más justo detrás de ellos. Álvaro cogió a Bea en un instinto de protección, sin pensarlo, abrazándola para que no le pasara nada.

Álvaro: ¿Druida? (extrañado y alucinando)


La imagen del Druida estaba ante ellos. Parecía de carne hueso, parecía estar allí ante ellos con su semblante desconcertante, su mirada penetrante, su voz mística llena de misterio.

Álvaro: ¡¡Pero tú... tú...estabas.... me enseñaron fotografías y estabas...muerto!!
Druida: Ya te dije que solo mueren los cuerpos, que las almas regresan al círculo de donde provienen o a donde deben regresar. Estoy, gracias a vosotros, en Ceugant, casa de los dioses, y he vuelto a Abreud para ayudaros en vuestras dudas. Álvaro, Beatriz, buscad vuestras pistas en lo evidente y cerca de vuestros sentimientos. Beatriz, busca los pétalos en tu interior porque los pétalos están movidos por sentimientos, Álvaro tú busca lo que paralizó tus angustiosos sentimientos en la forma que representó la angustia de Beatriz, conectad los sentimientos y juntos hallareis el significado del bythol. Buscad en vuestro interior una correspondencia con el otro que os una y hallareis el significado del símbolo.
Álvaro: ¿Que significa todo esto?
Druida: El símbolo es un todo indivisible formado por partes divisibles que cambian su significado al estar unidos dando lugar a un significado mayor.
Álvaro: No entiendo...
Druida: Recuerda lo que te descubrí, recuerda mis palabras. Yo os encontré a vosotros, yo os elegí, yo acompañe vuestro destino y os marque el camino que vosotros tuvisteis que andar solos. Si, aparecí aquel día, en aquel desayuno en Oropesa, bajo el aspecto de un tipo raro según tú, pero un tipo raro que pudo ver mas allá de lo evidente, un tipo que vio vuestros sentimientos más profundos y escondidos, transparentes, aquellos sentimientos que ni vosotros sabíais que albergabais, un tipo que supo observar la necesidad de vuestras almas.

De repente antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada el Druida desapareció de golpe, sin más ya no estaba allí, se había esfumado como se esfumaban los pétalos de Bea antes de llegar al suelo. Bea miraba atónita a Álvaro, él tenía la mirada perdida intentando entender alguna de las palabras que el Druida le había dicho. Luego miró a Bea y al ver el miedo en sus ojos la abrazó y la apretó contra él.

Bea: Álvaro, esto es surrealista
Álvaro: Lo sé.
Bea: ¿De verdad ese era el Druida? ¿Tú compañero de celda que murió al ser trasladado al manicomio?
Álvaro: Si, parece una locura pero es él.
Bea: Todo esto es una locura. Estoy empezando a asustarme.
Álvaro: Ya, a mí tampoco me hace gracia, pero tranquila, no creo que nos haga daño.

Álvaro apretó a Bea contra él con más fuerza, rodeándola entre sus brazos y besándola en el pelo. Bea hundía su cabeza entre el pecho de Álvaro y se abrazaba a él buscando sentirse protegida.

Álvaro: (sin soltar a Bea) Vamos a la cueva mejor.
Bea: Vale
Álvaro: (Rodeándola con sus dos brazos mientras caminaban). Tranquila, vamos a averiguar todas estas cosas y todo acabará.
Bea: Eso espero porque esto no me gusta nada.

 

Capitulo 41

"La luna, su miel y los fuegos artificiales"



El sol se puso tras el mar y Bea y Álvaro andaron el pequeño camino cuesta arriba que los llevaba a la entrada de la cueva, convertida esa noche en Suit Nupcial. Los dos cogidos de la mano entraron poco a poco en la gruta dejándose envolver por la majestuosidad de aquella obra de la naturaleza y recordando la leyenda de amor que el capitán les había contado. Nada más entrar se divisaba una barra americana y una cocina al lateral de la cueva. Unos metros mas adelantes una puerta que se intuía era el baño. En el centro una mesa grande de madera de pino con sillas a modo de comedor y al fondo de todo una tarima y un colchón a modo de cama. La cama estaba estratégicamente situada frente al balcón más grande. Tumbados desde ahí se divisaba el mar abierto, el horizonte y el cielo. Bea y Álvaro curiosearon aquella cueva reconvertida en austero refugio y al final se quedaron en el balcón mirando el mar, los dos abrazados.

Álvaro: Me encanta el mar, me da una sensación de libertad...Es un paisaje precioso.
Bea: ¿Sabes que la belleza de un paisaje depende un 50% del paisaje y el otro 50% de la persona que lo mira?
Álvaro: ¿Si?
Bea: Sí, eso leí
Álvaro: Entonces ¿porque tu eres bella 100%?

Bea se rió y le propuso a Álvaro empezar a preparar la cena, a lo que él le pareció una idea estupenda. Se fueron tras la barra americana y rebuscaron en la cocina a ver que encontraban para comer.

Bea: ¡¡Mira Álvaro!! Hay patatas y hay huevos
Álvaro: Y.....
Bea: Y nada, que todavía le debes a tu recién estrenada mujer una tortilla de patatas de esas que tiembla el misterio
Álvaro: ¡¡Oye guapa!! ¡¡ Menos cachondeo con mi tortilla que es sublime!!

Bea: (riendo) ¿Sublime?
Álvaro: Sí sublime. Vas a saber lo que es bueno ahora mismo. (Medio de cachondeo y cogiendo los huevos de la nevera)
Bea: Es una lástima.
Álvaro: ¿Es una lástima que?
Bea: Es una lástima que la tortilla no lleve harina.
Álvaro: No, no lleva, pero lleva huevo
Bea: jajaja, ¡¡ni se te ocurra con lo que pringa eso.!!
Álvaro: Da igual, (riendo) El baño tiene ducha.

En ese instante de la conversación oyeron un ruido de motor de barco y mientras Álvaro cogía las patatas para pelarlas, Bea se asomó a uno de los balcones.

Álvaro: (alzando la voz desde la cocina) ¿Que pasa, que es ese ruido? ¿Es una barca?
Bea: Si, es un barco y viene hacia aquí, parece el barco del Sr. Alberto.

De repente el barco apagó sus motores y se quedó en medio del mar justo enfrente del acantilado. Era de noche y solo la luna reflejaba tímida el blanco esmalte del barco. De repente un haz de luz intenso se encendió, luego una mecha y un estruendoso ruido lanzó una especie de cohete hacia el mar.

Bea: ¡¡Álvaro ven, corre!!

Álvaro corrió hacia el balcón y justo cuando llegaba explotó en el mar el pequeño proyectil que se había lanzado desde el barco. Y ese dio pasó a otro y a otro.... Una ristra de fuegos artificiales acuáticos iluminaban de colores las olas del mar. Luego, desde el barco también, se empezaron a lanzar los fuegos al cielo. Durante unos largos minutos Bea y Álvaro admiraron aquel espectáculo de luz desde el balcón, sonrientes y abrazados. Cuando los fuegos artificiales acabaron y el olor a pólvora impregnaba el ambiente, el barco se acercó a la orilla. Bea y Álvaro bajaron de nuevo a la playa y cuando llegaron al barco, desde la proa, una pequeña banda con guitarras, una pequeña batería y un chico en el centro con un micro empezó a cantarles sobre la proa la canción de "When you say nothing at all".

A medida que les cantaban y los fuegos artificiales iluminaban de nuevo el cielo, dos hombres vestidos de camareros bajaban cosas del barco y lo colocaban en la arena al borde de la orilla. Una mesa con dos sillas, una champanera de pie, un montón de farolillos que colocaron en el suelo alrededor de la mesa, cuatro antorchas clavadas en la arena y una suculenta cena a base de marisco, vino y pétalos esparcidos sobre la arena y sobre la romántica mesa. Al acabar la canción, todo estaba colocado. Les entregaron una nota a Bea y a Álvaro y el barco, el grupo de música, los camareros y el capitán Alberto se alejó de nuevo dejándolos solos sin mediar palabra.

(VER VIDEO AHORA JAJAJ)
http://es.youtube.com/watch?v=yAEfjLMTFPg

Álvaro: ¿pero esto que es Bea?
Bea: ¡Álvaro yo no tengo nada que ver con esto, me pilla tan de sorpresa como a ti!
Álvaro: ¿Entonces?
Bea: Entonces habrá que leer la nota.

"Enhorabuena pareja!! Siempre tuvisteis una conexión especial, el destino sabía que llegaríais a ser marido y mujer, estaba escrito en las estrellas y en vuestros corazones. Este es mi pequeño regalo de boda. Vuestro amor y vuestra manera de amaros es tan inmenso como el mar que veis ahora. Disfrutad de la cena"

Sandra de la Vega


Bea se rió, esta Sandra era única y era la única que sabía sus planes, por lo que todo aquello de los fuegos artificiales, el grupo de música y la cena no podría ser de otra persona que de ella. Bea guardó la nota y Álvaro cogió de la mano a Bea y le dijo con voz seductora:

- Señora de Aguilar, querría concederme el honor de acompañarla a cenar
-Le voy a conceder el honor caballero, aunque me quede por segunda vez sin probar la tortilla que tiembla el misterio.

Los dos se rieron, Álvaro muy caballero la acercó a la mesa y le colocó la silla para después sentarse él. Cogió una de las copas de champán que habían servido en la mesa y dijo

- Por nosotros, por ti, porque soy el hombre mas feliz del mundo cuando tú estas a mi lado.
-Por nosotros, porque te quiero con locura

Los dos entre risas, y cariñitos, estuvieron cenando en esa playa solo para ellos, lejos del mundo, con el mar y la luna de fondo, con el murmullo de las olas del mar como banda sonora, con el ambiente cálido y romántico que daban las antorchas, con el champán... Al acabar de cenar cogieron el cava, las dos copas y se fueron a la cueva, a pie de playa hacía frío, el colchón de la cama era mucho más cómodo y no había arena posible que pudiera meterse en el ojo de Álvaro.

 

Capitulo 40

"Ellos dos, el amor y el mar de fondo"


Se fueron a desayunar a la misma terraza donde estuvieron desayunando la vez anterior con Carmelo. La misma mesa, las mismas sillas, los mismos zumos, los bollos, la fruta, sentados igual que aquel día para ver si recordaban algo de aquel momento que pudiera arrojar luz sobre todo el tema del Druida.

Mientras estaban tomando el zumo y las tostadas Bea dijo:

Bea: A ver, pensemos que dijimos y que pasó ese día que estábamos aquí. Tú llegaste, mi padre y yo ya estábamos sentados, y le preguntaste a mi padre que tal noche había pasado.
Álvaro: Si, ya me acuerdo, el me contestó no sé qué de una conversación de la adolescencia pero al revés.
Bea: Si...cosas nuestras...
Álvaro: Sí, si, eso mismo dijiste tú Bea.
Bea: Jajaja
Álvaro: Luego hablamos de la presentación para el director de complejo.
Bea: Luego llegó Carol y se llevó a mi padre a hacer gimnasia
Álvaro: Después de que Carol secuestrara a tú padre vino un gerente del complejo y nos dijo que el Director General no podría acudir a la cita porque había un retraso en su vuelo desde Londres y que se tenía que aplazar la reunión hasta la tarde. ¡¡Pero que raro hablaba ese hombre!!
Bea: ¡¡ jajajja!! Ese día me dijiste lo mismo.
Álvaro: ¿A sí?, No me acuerdo.
Bea: Sí, exactamente me dijiste: " Que hombre más raro."
Álvaro: ¿Te acuerdas de su cara?
Bea: Sí, ¿por qué lo preguntas?
Álvaro: El caso es que pensando en ese hombre....su cara me recuerda a alguien y no sé a quien
Bea: Pues como no lo sepas tú.

Al acabar de desayunar Bea le dijo a Álvaro que tenía que esperar un momentito allí porque ella tenía que ir a preparar algo de la sorpresa pero que en dos minutos estaba de vuelta. Así fue, Bea salió a toda prisa y al cabo de unos minutos regresó con un hombre de mediana edad con aspecto rudo pero con un semblante afable.

Bea: Álvaro, te presento al Señor Alberto, es un amigo de Sandra, y muy amablemente me ha ayudado a prepararte la sorpresa.
Álvaro: (Dándole la mano) Encantado.
Alberto: El placer es mío, no siempre acuden en tu busca dos señoritas tan increíbles como la Señorita Sandra y la Señorita Beatriz.
Álvaro: No, por supuesto (echándole a Bea una mirada cómplice y de intriga)
Alberto: Bueno, pues cuando quieran nos podemos ir, está todo preparado.
Álvaro: ¿a donde vamos?
Bea: Ya lo verás por el camino.

Los tres salieron caminando del complejo, bajaron por el paseo marítimo y llegaron a un embarcadero. Allí les esperaba un lujoso yate propiedad del señor Alberto.

Alberto: Bueno pues bienvenidos a mi humilde morada.
Álvaro: Tanto como humilde... (Viendo la majestuosidad de aquel yate de lujo)

Los tres subieron al yate y Álvaro le preguntó a Bea:
Álvaro: ¿Vamos a dar una vuelta en yate?
Bea: ¿No te apetece?
Álvaro: ¡¡Si claro!! Es fantástico, ya sabes que me encanta lo de navegar, el mar...
Bea: Entonces sube y no preguntes más.




El Señor Alberto, era un viejo capitán de barco retirado, gran conocedor de todos los rincones de aquel lugar, de sus leyendas, y un apasionado de la naturaleza. Un viejo lobo de mar, que se hizo rico siendo capitán de barco y que disfrutaba de su jubilación haciendo lo que más le gustaba, navegar y sentir la brisa marina en su piel.

Alberto: Bueno, vamos a salir de la zona turística y os voy a llevar a través del mar a ver los rincones mas bonitos y tranquilos de este lugar. La costa lejos del trasiego turístico parece distinta, será como si os transportaran a un lugar mágico, lleno de calas solitarias, llenas de leyendas... Los lugares que podréis ver desde el mar adquieren un matiz místico porque el hombre no puede acceder a ellos a no ser que sea desde el mar, es triste, pero es así, son lugares preciosos que conservan su esencia desde hace miles de años simplemente porque el hombre no ha podido acceder a ellos y destrozarlos con el hormigón y su poca consideración por la naturaleza.

Álvaro y Bea se pusieron en la proa del barco, los dos abrazados y el barco emprendió su marcha deslizándose sobre el agua. Al cabo de un rato ya habían dejado la costa masificada de edificios y estaban divisando una costa diferente, de playas vírgenes, solitarias, acantilados abruptos que impresionaban por su grandeza, imponentes...unos paisajes bellos y diferentes. Se pasaron el día navegando. Ya por la tarde, el Capitán Alberto paró los motores justo delante de una playa con unos acantilados a los lados, tiró el ancla y se fue a la proa del barco donde estaban Bea y Álvaro y les dijo:


Capitán Alberto: Veis ese acantilado:
Bea y Álvaro: Si
Capitán: ¿Veis que hay como unos agujeros a modo de balcones con el reborde en blanco?
Bea y Álvaro: Sí
Capitán: Eso es una cueva. Se llama Sa Cova d'en Xoroi (la cueva de Xoroi). Esa cueva tiene una leyenda que os voy a contar. Estos peñascos que el aire marino perfuma, guardan con su imponente belleza la leyenda de una historia de amor. Cuentan que en los tiempos en la que la Mediterránea era asaltada por piratas llegó a este acantilado un hombre llamado Xoroi. Cuentan que a Xoroi lo trajo el mar. Nadie sabe cómo, posiblemente fuese superviviente de algún naufragio o un pirata de un galeón. Al descubrir la gruta en lo alto del peñasco, escaló el precipicio y lo convirtió en su morada. Cada día hurtaba a los campesinos de los predios de los alrededores para saciar su estómago y volvía a su escondite. Las casas de campo de los alrededores empezaron a sufrir robos y nadie sabía quién podía ser. Xoroi, en estas idas y venidas se enamoró perdidamente de una joven que estaba próxima a casarse, y un día, la joven desapareció. Nada más se supo de ella. Pasaron meses y años...Un invierno caprichoso quiso que la costa se vistiese de insólita nevada. En la nieve aparecieron pisadas delatadoras. Hombres armados siguieron las huellas hasta la Cueva y allí, en la gruta, encontraron a un hombre, una mujer y tres hijos fruto de su amor. Habían formado una familia en el interior de la cueva.Xoroi, al verse acorralado e impotente se lanzó al mar, el mismo mar que lo había traído hasta allí seguido de su hijo mayor. El mar que lo había traído se cerró sobre ellos guardando el misterio de su vida.Desconsolados, la mujer y sus dos hijos fueron trasladados al pueblo vecino, donde dicen que todavía viven descendientes de aquella fantástica historia.
Bea: Que historia mas bonita y más romántica.
Álvaro: Jo!!, y que final.!!
Alberto: Bueno, pues esa cueva esta convertida ahora en casa, es habitable y va a ser para vosotros hasta mañana
Álvaro: ¡¡¿que?!!
Bea: Es mi sorpresa. Pasar un día aquí tú y yo, junto al mar, solos, apartados de todo.
Álvaro: ¡¡Es increíble, no se que decir!!
Bea: No digas nada, solo dame un beso.
Álvaro: (besando a Bea con pasión)
Bea: Pero hay más Álvaro.
Álvaro: ¡¡Más!!
Bea: Sí, pero antes debes ponerte la ropa que está en el camarote.

Álvaro se extraño, pero Bea le convenció para que se fuera a vestir sin hacer mas preguntas. Álvaro salió del camarote vestido con la ropa que Bea le había dejado allí. Un pantalón y una camisa blanca de lino muy vaporosa. Cuando salió Bea también se había cambiado, vestida casi igual que él. Unos pantalones blancos de lino igual que los suyos, y una blusa encima blanca también de lino pero de estilo romántico transparente que insinuaba un top blanco debajo de ella. El capitán que llevaba unos pantalones blancos largos se había puesto la casaca blanca de Capitán con los galones y todas las medallas y la correspondiente gorra a juego. Hizo que Bea y Álvaro se pusieran en la cubierta del barco, en la proa, uno al lado del otro y él enfrente de los dos. Álvaro estaba extrañado y no osaba a preguntar nada. Por unos instantes el silencio, solo interrumpido por el graznar de alguna gaviota, se apoderó de aquel instante mientras Álvaro miraba a los ojos a Bea. Después de esa silenciosa pero potente mirada Bea sonrió, cogió de la mano a Álvaro y le dijo:

Bea: Álvaro, ¿Te acuerdas de la noche en la casa de la Sierra de tus padres?
Álvaro: Claro.
Bea: ¿te acuerdas de lo que me pediste?
Álvaro: Si, te pregunte si algún día querrías casarte conmigo y ser mi mujer
Bea: Quiero ser tú mujer, quiero casarme contigo, ahora, aquí, tú yo, solos.

Álvaro se quedó parado por unos instantes y cuando acabó de asimilar lo que Bea le proponía en ese mismo instante la felicidad le dibujo una sonrisa que inundó de felicidad los labios y el corazón de Bea.
Bea: No tendrá validez legal para los demás cuando volvamos a Madrid, pero para mí la tendrá toda, porque es aquí y ahora, estando solos tú y yo, lejos de los excesos y la parafernalia de una boda convencional donde voy a entregarte lo que a veces se olvida o se desvirtúa en los ceremoniales preparados, lo mas importante en una boda, los sentimientos, mi amor por ti, mi promesa firme y sólida de que te quiero, de que estaré por siempre a tú lado queriéndote y amándote para el resto de mi vida hasta que la muerte nos separe. Una promesa que es solo nuestra, que importa solo a dos, a ti y a mí. ¿Quieres casarte ahora mismo, aquí conmigo?
Álvaro: (acariciándole la cara) Nada me haría más feliz.

El capitán Alberto les dijo que se cogieran de la mano y empezó ha hablar sobre el matrimonio y el amor, lo que conlleva unirse en matrimonio, de la convivencia y de la inmensidad de un sentimiento como era el amor. Habló en un tono coloquial pero con un discurso ameno y romántico lleno de esperanza y alegría. Luego les pidió que se dijeran unas palabras, lo que quisieran y lo que les saliera del corazón en ese momento, el uno al otro. Empezó Álvaro:

Álvaro: Te quiero, siempre te he querido incluso antes de que mi cabeza se diera cuenta, ya estabas en mi corazón, ya estaba queriéndote. Tú has sido y eres la persona más importante de mi vida, porque me has enseñado cosas que jamás pensé que existieran, porque tú me enseñaste lo que significa amar, porque me has inundado de felicidad , porque contigo le encuentro sentido a la vida, porque tú me haces querer ser mejor persona, porque contigo a mi lado me siento capaz de hacer cualquier cosa, de afrontar cualquier situación, porque por mal que vayan las cosas, si tú estas a mi lado, las cosas no son tan malas, porque necesito de tu sonrisa para sonreír, porque necesito tú comprensión para comprender, porque necesito de tú cariño para entender lo que es querer y sentirse querido, porque necesito tus caricias para sentirme vivo, porque necesito tus besos para ser persona. Tú eres lo que mas quiero en este mundo y solo vivo para poder ser quien tú necesitas para sentirte feliz. Te quiero Bea, te quiero con toda el alma, porque ahora me pasa lo mismo que a ti, me pasa lo mismo que lo que me dijiste que te pasaba a ti un día, que te quiero tanto que me duele. Te amo Bea, te amo.

Bea: (Con una lágrima bajando por su mejilla) Desde el primer día que te vi mi corazón dio un vuelco, se aceleró mi pulso y mil sensaciones me invadieron, y desde entonces mi corazón no ha vuelto a su posición normal, mi pulso no ha dejado de acelerarse y las sensaciones no han dejado de invadirme. Porque al verte es como si alguien hubiera puesto una semilla en mi corazón y esa semilla hubiera ido creciendo y hubiera hecho brotar mil ramas con mil hojas con mil sentimientos cada una, un árbol con unas raíces fuertes que jamás nadie podrá arrancar, porque ese árbol se nutre de amor, el amor y el cariño que me brindas, porque mi Árbol no necesita de agua aunque sea la fuente de vida, porque mi fuente de vida es tu amor. Porque mientras tú me quieras mi árbol, ese árbol que empezó a nacer el día que nos conocimos, permanecerá impasible por los siglos en mi interior. Porque contigo descubrí lo que era sentirse amada, porque contigo supe que la felicidad absoluta no era una utopía, porque contigo me siento protegida, porque cuando me miras y me sonríes siento mi alma elevarse, porque cuando me acaricias mis preocupaciones desaparecen y solo existe la alegría que me haces sentir, porque cuando me besas mi mente se desvanece y solo existen tus labios y los míos y todo al amor que pones en ellos, porque contigo a mi lado no existe nada, todo desparece, y solo queda el amor y la felicidad que me provocas. Porque te amo.

Después de esto los dos se miraron a los ojos fijamente, con las lágrimas rodando y el corazón encogido por las palabras que se habían dedicado, palabras improvisadas salidas del corazón sin pensar, sinceras, honestas, íntimas e intensamente verdaderas. Se besaron apasionadamente hasta que el Capitán Alberto carraspeó un poco y dijo:

Capitán: Aquí tenéis los anillos, (dándoles una anillo a cada uno) Álvaro, quieres casarte con Beatriz, convertirte en su marido, quererla por siempre y amarla el resto de tu vida con la misma intensidad con la que lo haces en este instante.
Álvaro: Si quiero
Capitán: Beatriz, quieres casarte con Álvaro, convertirte en su esposa, quererle por siempre y amarle el resto de tú vida con la misma intensidad con la que lo haces en este instante.
Bea: Si quiero
Capitán: (podéis ir poniéndoos los anillos mientras os digo unas palabras) (mientras se ponían los anillos) Que el mar sea testigo de vuestro juramento de amor eterno, que ese amor os guíe tanto en la calma como en las tormentas y que el faro que os ilumine y os lleve a puerto sea la sinceridad de vuestros corazones y la fuerza de vuestros sentimientos, que la felicidad sea la brisa que empuje vuestras velas y haga navegar vuestro barco a través de los mares y los tiempos. Que el amor que hoy y aquí os habéis profesado duré por siempre y sea tan fuerte como lo es ese acantilado a las envestidas del mar embravecido. Que vuestra orilla en calma sea vuestra paz y que las olas conserven esta unión por siempre en el fondo del mar así como en vuestros corazones. Enhorabuena, ya sois marido y mujer.

El capitán se fue hasta la cabina de mando e hizo sonar la bocina del barco mientras Álvaro y Bea se besaban sonrientes y emocionados en la proa del barco. Luego los dejó en la orilla de la playa que daba acceso por un caminito de piedra a esa majestuosa cueva escarbada en el acantilado en la que iban a pasar la noche.

Y allí, los dos abrazados, en la playa, junto a la orilla del mar se quedaron solos Bea y Álvaro, ahora convertidos por el mar y por el capitán en marido y mujer. Álvaro no se lo podía creer. Cuando El barco desapareció a lo lejos y los dos se quedaron solos en ese paraje idílico, alejados del mundo, de todos y de todo, Álvaro cogió a Bea, la elevó hacia arriba y empezó a dar vueltas mientras gritaba.

Álvaro: Bea, eres mi mujer
Bea: Si, y tú mi marido...
Álvaro: No me puedo creer que hayas montado todo esto... es...es increíble, es un sueño

Los dos pasearon por la orilla mientras anochecía contemplando la puesta de sol y regalándose caricias y amor antes de ir a la cueva. El amor y la felicidad se les salían por los cuatro costados. En aquellos momentos en que estaban solos, apartados del mundanal estrés de la ciudad, apartado de todos los lujos, eran las personas más felices de la Tierra, se habían casado y solo lo sabían ellos dos, el capitán y Sandra, pero era su promesa de amor, la promesa más intima y personal, la verdadera esencia de sus corazones, sin banquetes, sin vestidos ostentosos, sin poses, sin apariencias, allí solo estaban ellos dos , su amor y el mar con su puesta de sol de fondo.


 

Capitulo 39

"Esta noche para nosotros"


Por la tarde a última hora Bea y Álvaro partieron hacia Oropesa. Llegaron de noche, era tarde pero una luna llena que brillaba esplendorosa alumbraba las aceras y las escaleras que daban acceso al hotel. Les dieron la habitación, y se instalaron sin perder mucho tiempo. No habían cenado así que decidieron ir a comer algo antes de que les cerraran la cocina.

Los dos se sentaron en una mesa apartada, justo delante de un ventanal que deja ver el mar abierto ante ellos, el horizonte tenue y la luna iluminando con su reflejo un trocito de mar, como si fuera un camino de baldosas que llegaba junto a ellos. Así, como encontraron las sillas se sentaron, uno frente al otro, pero Álvaro se sintió tan raro lejos de Bea que cogió su silla y sus cubiertos y se desplazó hacia el otro lado de la mesa quedando justo al lado de ella. Durante la cena los dos se miraban con una emoción contenida y unos sentimientos agradables pero extraños:
Bea: ¡Estamos, aquí, tu y yo, de nuevo!
Álvaro: Si, pero aunque el hotel es igual, el comedor es igual, el mar es el mismo, aunque la brisa es la misma... todo es diferente.
Bea: ¿Que quieres decir?
Álvaro: Bea, todo es diferente porque ahora te quiero mas que nunca, porque tú me quieres, porque tengo la suerte de estar enamorado y tener a mi lado queriéndome a la mujer mas increíble del mundo.
Bea: (Acercándose a él y dándole un beso) Te quiero.
Álvaro: (Sin dejarla apartarse de él y susurrándole al oído) Yo si te quiero, con locura Bea. (Besándola sensual, y delicado, muy despacio el cuello, justo debajo de la oreja)
Bea: Esta vista es preciosa
Álvaro: No tanto como tú. ¿Sabes Bea? Según el Druida todo empezó aquí, pero la verdad, no se donde buscar pistas.
Bea: Podríamos intentar reproducir todo lo que hicimos esos días, ir a los lugares que fuimos, pasear por los sitios que paseamos...a ver si se nos ocurre algo o vemos algo extraño.
Álvaro: Vale, pero esta noche ¡pasando de buscar pistas...ehhh1 esta noche para nosotros.

Al acabar de cenar los dos se levantaron y cogidos de la mano salieron del comedor hacia el gran hall del hotel:

Bea: ¿Que hacemos? ¿Vamos al Pub irlandés en el que estuvimos?
Álvaro: Vale, pero antes me apetece hacer otra cosa.

Álvaro se llevó a Bea entre risas y de la mano hacia fuera, la sentó en un banco de piedra, se sentó él, se quitó los zapatos dejándolos debajo del banco de piedra y se arrodilló ante Bea. Poco a poco y con delicadeza le desabrochó la hebilla de los zapatos de tacón que llevaba ella y los dejó bajo el banco medio escondidos junto a los suyos. Se levantó, la cogió en brazos y recorrió los pocos metros de suelo embaldosado que separaban la playa del paseo marítimo. Al llegar a la arena la dejo en el suelo y rodeándola entre sus brazos le dijo:

Álvaro: Aún me acuerdo de lo que me dijiste el día que paseamos los dos por esta playa.
Bea: Ese día te dije muchas cosas ¿a que te refieres?
Álvaro: Me refiero a eso de que era un sueño hecho realidad pasear por la playa de la mano de un hombre, enamorados. Esta vez si va a ser verdad

Los dos se cogieron de la mano, Álvaro rodeó con su brazo a Bea, besándola de vez en cuando. Pasearon un rato hasta que se sentaron en la arena, Bea entre la piernas de Álvaro con su cabeza apoyado en su pecho, el rodeándola con sus brazos, los dos mirando el horizonte, allí donde el mar parecía acabar mientras la luna llena les bañaba sus cuerpos de luz blanca. Se quedaron en silencio un rato, abrazados sintiéndose la piel, sintiendo la respiración y sintiendo los latidos de sus corazones. La playa estaba desierta, eran los únicos que estaban allí pero en un momento se miraron y no solo eran los únicos que estaban en ese playa sino que para ellos eran los únicos que existían sobre la tierra, solo él y ella. Los besos y las caricias hicieron su aparición empujados por la mística de aquel paraje, el murmullo de la orilla ponía la banda sonora a ese momento. Cada vez sus besos eran más apasionados, sus cuerpos se pegaban como se pegaba la humedad de la noche junto al mar. Los dos acabaron recostados en la arena enfriada por la noche, el calor lo ponían ellos y sus cuerpos casi desprendían vapor por el contraste de temperatura, el frío salitre de la noche junto al mar y el calor incandescente de sus almas y de sus cuerpos chocaban sin poder parar. Después de rodar varias veces uno sobre otro y los dos sobre la arena y antes de que sus manos desenfrenadas les despojaran de la barrera que suponían sus ropas para dejarse llevar por la pasión, Álvaro paró y se llevó la mano al ojo restregándolo con sus dedos:

Bea: ¿que te pasa cariño?
Álvaro: ¡Que me ha entrado arena en el ojo?
Bea: (riendo) Es lo que tiene la playa. Anda ven déjame a mi.

Bea con mucha dulzura intentó ayudarle aunque con la oscuridad de la madrugada era casi misión imposible.

Bea: Lo mejor es llorar, con las lágrimas se limpia el ojo.
Álvaro: Ya pero es que molesta
Bea: Anda vamos a la habitación y te hechas agua.

Los dos de la mano se fueron al hotel, no sin antes recoger los zapatos que habían dejado bajo el bando de piedra. Al llegar a la habitación Bea le hecho unas gotitas de agua en el ojo con un pañuelo mojado y con la punta del tisúes le quito con mucha delicadeza los minúsculos granitos de arena que se habían deposito a esas alturas en el hueco del lagrimal. Cuando Álvaro se recuperó Bea le dijo:

Bea: Yo también voy llena de arena, me tendré que duchar.
Álvaro: Ya y yo, pero tengo una idea.
Bea: ¡Otra! Espero que no haya arena de por medio (medio riendo)
Álvaro: No, no hay arena, pero si agua... Tú ponte el bañador y el albornoz
Bea: ¿el bañador y el albornoz para que?
Álvaro: No preguntes y póntelo

Bea hizo lo que le dijo Álvaro. Él también se puso el bañador, el albornoz y las minúsculas zapatillas de tela de toalla que el hotel les brindaba junto a los albornoces blancos. Entonces tomó a Bea de la mano y la metió en el ascensor del. Al abrirse estaban en la zona de las piscinas de aguas termales y Bea se quedó parada.

Bea. ¡Álvaro! ¡¡Que las piscinas se cierran a las ocho de la noche y ya no se puede entrar hasta por la mañana!!
Álvaro: ¿a no? Pues a mi no me han dicho nada! (sabiendo de sobras que no podían estar allí a esas horas)
Bea: Como nos pillen...
Álvaro. Si nos pillan decimos que no lo sabíamos y ya esta ¿que nos pueden hacer?
Bea: ¿Echarnos del hotel?
Álvaro: No van ha echarnos en temporada baja, les conviene tener clientes, aunque estos se cuelen en las instalaciones de noche.
Bea: ¡Estas loco!
Álvaro: Si, loco por ti

Álvaro llevó a Bea al fondo de las instalaciones para no ser vistos por las cámaras de seguridad, justo detrás de una de las inmensas columnas que salían de dentro de las inmensas piscinas. Se quitó el albornoz, besó a Bea con pasión a la vez que se lo quitaba a ella dejándolo caer al suelo, y sin dejar de besarla la subió sobre sus caderas y fue bajando por las escaleras de la piscina que iban sumergiéndose y sumergiéndoles en el agua a cada peldaño que bajaban. El agua estaba a una temperatura muy agradable, templada y al cubrirles hasta los hombros Álvaro, jugando, sumergió a Bea con él mientras bajo el agua se besaban. Estuvieron jugando, besándose y recorriendo sus cuerpos en el agua un buen rato, siempre detrás de la columna para no ser divisados por las cámaras de seguridad. Poco a poco el agua parecía enfriarse pero no era así, en realidad era la temperatura corporal de ambos que subía al unísono dando la sensación de que el agua estaba mas fría. Álvaro empujó el cuerpo de Bea contra la columna, dejando la espalda de Bea aprisionado entre la columna y su cuerpo. Bea no tocaba suelo pero Álvaro si tenía pie por lo que la sujetaba con sus manos por la cintura. Bea le rodeaba el cuello con sus brazos y acariciaba su nuca y su pelo mojado. Los besos eran ya de una intensidad incontrolable, la excitación de los dos se mezclaba con el líquido elemento, el agua añadía un toque de locura a su desenfreno y el peligro de ser descubiertos por alguien acrecentaba el morbo. Y allí, dentro del agua, sus cuerpos se penetraron en un éxtasis de placer magnificado por el H2O en combinación con el peligro de ser sorprendidos. Al acabar de hacer el amor los dos se quedaron sus pendidos en el agua, abrazados mientras entre besos locos y risas comentaban lo que acababan de hacer. Se pasaron un buen rato mas acariciándose y jugando con sus cuerpos y sus labios, y cuando se dieron cuenta de que sus manos estaban tan arrugadas y tan reblandecidas que iban a disolverse en la piscina decidieron salir e irse, con mucho sigilo, hacia su habitación. Se pusieron los albornoces, las zapatillas de tela y caminaron abrazados hacia el ascensor entre risas y tonterías divertidas

Álvaro: (tapando a bea con su albornoz) si nos tapamos la cara no nos podrán identificar en los videos
Bea: ¡¡Álvaro!! (Riendo) no hagas tonterías que al final nos van a pillar
Álvaro: Oye que si quieres saludamos a la cámara,
Bea: (riendo) ¡Álvaro!
Álvaro: (escondiéndose tras las columnas como si fuera un espía y arrastrando a Bea de la mano para que se escondiera también) Bea, ¿preparada? Salgo yo primero y te cubro (haciendo con sus manos una pistola de dedos.
Bea: Que daño han hecho las películas de Bruce Willis a tu generación. (Riendo)
Álvaro: Esto es la Jungla de aguasal II
Bea: ¿queeee?
Álvaro: Si, por lo del agua marina y porque es la segunda vez que estamos aquí
Bea. ¡¡Estás peor de lo que imaginaba! creo que has tragado demasiado agua de mar... ¡¡¡escupe, escupe!! (En tono divertido, riendo y siguiéndole el juego)

Los dos subieron finalmente a la habitación, se ducharon juntos y se tumbaron en la cama, abrazados, besándose, acariciándose hasta quedarse dormidos. Por la mañana Bea se había levantado temprano, mucho antes que Álvaro ya que tenía que atar algunos cabos de la sorpresa que le iba a dar a Álvaro. Era un sábado estupendo de primavera, soleado, caluroso, radiante. Desde el balcón de la habitación se divisaba un mar azul brillante en calma. Álvaro abrió los ojos y se encontró a Bea, vestida y medio tumbada a su lado mirándolo. Ella acarició el pelo y le dio un beso y un buenos días con una sonrisa amplia que reflejaba alegría y felicidad. Por unos instantes Álvaro se quedó mirándola y pensando como algo tan sencillo como un buenos días y una sonrisa de Bea podía hacerle tan feliz, como una simple mirada de ella o una caricia de sus manos podían inundarle de tantas sensaciones y hacerle sentir el hombre mas afortunado del mundo. Cuando reaccionó le dio otro besó a Bea, se incorporó un poco y atrayéndola hacia su cuerpo le pregunto:

Álvaro: ¿como puedes ser tan preciosa?
Bea se rió: ¿y tú como puedes ser tan adulador?
Álvaro: ¿tienes algo pensado para hoy?
Bea: Pues la verdad es que sí
Álvaro: ¿y cual es el plan?
Bea: El plan es que te dejes llevar por mí y hagas todo lo que te diga sin preguntar.
Álvaro: (extrañado) ¿y eso?
Bea: Eso, es una sorpresa, y de momento no puedo decirte más. Si quieres averiguarlo, levántate, vístete y vamos a desayunar.
Álvaro: ¿Y no puedes darme alguna pistilla?
Bea: No, no va a ver pistillas porque luego la sorpresa pierde su gracia, así que ¡¡arriba y a vestirse grumete!!
Álvaro: (riendo) ¡A las órdenes mi capitana! (levantándose mientras Bea esbozaba una sonrisilla que la delataba) ¡¡Oye, eso a sido una pista!!
Bea: (Riendo) ¡¡Nooooo, que vaaa!!
Álvaro: ¡¡Es una pista!! Ja!!
Bea: ¡Anda, vístete ya!

 

Capitulo 38

"Quiero hacer una locura"



Álvaro: (Cuando Diego ya había salido) ¿Pero a que coño a venido este aquí?
Bea: Álvaro tranquilo, eso es lo que quiere Diego, que nos alteremos y nos pongamos nerviosos, pero no le vamos a dar el gusto ¿verdad? (mirando a Álvaro con dulzura)
Álvaro: (pasándole el brazo por lo hombros y dándole un beso en el pelo) No, claro que no (con resignación)
Bea: Vamos a tomarnos ese café

En la sala de descanso estaba Sandra preparándose un capuchino.

Álvaro: Hola Sandra
Bea: Hola Sandra
Sandra: Hola chicos, ¡¡Huy que caras traéis!! ¡¡Ni que hubierais visto un fantasma!!
Álvaro: Pues si Sandra, hemos visto uno, pero en vez de ir con la sabana blanca iba con traje negro.
Sandra: ¿que, nos hemos levantado graciosillos hoy?
BEA: Sandra, tu hermano acaba de estar aquí, amenazándonos.
Sandra: ¿Queee?, ¿mi hermano?, No puede ser, Diego está en la cárcel.
Álvaro: Eso creía yo, pero no, no se como está libre, y su mala leche también.
Sandra: ¡¡Pero como no me ha dicho nada de que iban a soltarle!! Voy a llamar a Caye a ver si sabe algo.
Bea: Vaya semana que llevamos de visitas sorpresa
Sandra: ¿a que te refieres?
Bea: Me refiero a que ayer vino Gonzalo, hoy Diego...
Sandra: ¡¡Gonzalo!! Ni me lo nombres.
Álvaro: ¡Y a ti que te pasa con Gonzalo!
Bea: (Dándole un golpecito y haciéndole una mueca como para decirle que no preguntara)
Sandra: A mí nada, él que más tonto y nace ameba.

Álvaro medio rió por el comentario de Sandra, había que reconocer que tenía su gracia cuando se ponía. Al subir de nuevo al despacho Bea le contó a Álvaro que Sandra y Gonzalo estaban decepcionados el uno con el otro, pero que en el fondo seguían queriéndose, que había una atracción muy grande entre ellos. Gonzalo había decepcionado a Sandra en el Juicio por su cobardía y Gonzalo se sintió engañado al descubrir que Sonsoles y ella eran la misma persona. A partir de allí los dos se distanciaron pero era innegable que se atraían y que estaban hechos el uno para el otro. Bea le comentó que eso fue una de las razones porque escuchó a Gonzalo, eso y porque todo el mundo se merecía una segunda oportunidad, igual que les había pasado a ellos dos. Álvaro estuvo pensando en lo que le había dicho Bea. Tenía razón, nunca había visto a Gonzalo tan entregado a alguien como con Sonsoles. Eso le hizo recapacitar y darse cuenta de que Gonzalo se merecía una segunda oportunidad, con Sandra y con él, aunque ya no serían lo mismo.

El resto de la semana pasó con tranquilidad. Álvaro se iba adaptando a sus nuevas funciones como ayudante de Dirección, de hecho fue fácil para él porque Bea era una gran Directora, muy profesional y con la ideas claras. Trabajar con ella era fantástico a nivel profesional, pero más a nivel personal. Tener a la mujer que amaba a su lado en todo momento era fantástico, con ella todo era diferente. Con Cayetana compartir el lugar de trabajo era un suplicio que solo les enfrentaba más, en cambio con Bea, con Bea era todo alegría, el trabajo les unía mas, podían compartir más tiempo juntos, podían hablar del trabajo con normalidad, les daba la oportunidad de estar uno al lado del otro en todo momento, de compartir todos los aspectos de su vida.

Al llegar el viernes, por la mañana, Álvaro, en el trabajo le propuso a Bea algo:

Álvaro: ¿porque no vamos a pasar el finde semana a Oropesa?
Bea: ¿Cómo?
Álvaro: Si, reservamos ahora mismo y esta tarde al acabar el trabajo nos vamos para allá. A ver que descubrimos sobre el Druida y todo lo que nos pasa.
Bea: Bueno, es un poco precipitado pero si encuentras sitio...
Álvaro: Eso déjalo en mis manos
Bea: Oye, y solo vamos a ir para encontrar pistas o podremos hacer otras cosas
Álvaro: (acercándose a ella y agarrándola varonilmente por la cintura) Haremos lo que quieras.
Bea: ¿lo que quiera?
Álvaro: Lo que quieras (besándola)
Bea: Entonces vete a reservar hotel ahora mismo antes de que no haya sitio. (Riendo)
Álvaro: Voy volando.

Bea, al volver de comer de su casa con Álvaro, pasó un momento por el despacho de Sandra. Habló con ella sobre uno de los contratos con uno de los publicistas pero notó a Sandra algo seria.

Bea: Sandra, ¿estas bien?
Sandra: ¿Yo? Yo estoy divina ¿no lo ves?
Bea: Sandra, que nos conocemos... eres mi mejor amiga, así que ya me estás contando lo que te pasa.
Sandra: Nada Bea, que desde que volví a ver a Gonzalo, aquí en la revista, no he podido dejar de pensar en él. Desde entonces tengo unos sueños...
Bea: ¿Sueñas con Gonzalo? (casi riendo)
Sandra: Si, y no veas que sueños, estamos los dos juntos como antes, en mi antigua la habitación de mi hotel, y él llama a la puerta y entra y, me coge y me besa y me tumba en el sofá como un tigre y...
Bea: ...Y para ya, que ya me hago una idea.
Sandra: Pues eso Bea, y me da rabia, porque yo no quiero tener esos sueños y menos con él.
Bea: ¿Y no crees que si tienes esos sueños es por algo?
Sandra: A ver Bea, a donde quieres ir a parar.
Bea: No sé, dicen que los sueños tienen su significado, tal vez es que estas reprimiendo durante el día tus sentimientos por Gonzalo y claro por la noche toda esa represión aflora.
Sandra: ¡¡¡Me quieres decir que yo aún siento algo por Gonzalo!!!
Bea: No, te quiero decir que aún quieres a Gonzalo pero que eres demasiado orgullosa como para admitirlo. Sandra, yo se de que hablo, me pasé mucho tiempo intentando negar lo que sentía por Álvaro y te puedo asegurar que no sirve de nada. Lo que siente el corazón no se puede cambiar.
Sandra: ¡¡Pero es que fue tan cobarde....No quiero sentir esto por él, no quiero...!!
Bea: ¿Que te parece si para animarnos nos vamos de compras?
Sandra: ¡¡Huy!! ¿Y eso? ¿Tú proponiéndome salir de compras a mí?
Bea: Si, es que esta noche nos vamos a Oropesa a pasar el fin de semana Álvaro y yo y... me gustaría comprar cuatro cosillas que me hacen falta.
Sandra: Bea, coge el bolso que nos vamos, ¡¡A ver si me olvido de Gonzalo ya de una vez!!
Bea: Espérame en el vestíbulo, voy a avisar a Álvaro de que me voy, cojo el bolso y ahora vengo.
Sandra: De acuerdo.

Bea y Sandra se pasaron la tarde de compras. Entre tienda y tienda Bea le confesó a Sandra que Oropesa era un sitio muy especial para ella y para Álvaro y que quería hacer una locura pero que no sabía como organizarlo. Cuando Bea le contó lo que quería hacer, Sandra se quedó perpleja y le preguntó si estaba segura de lo que iba a hacer. Bea le contestó que si pero que necesitaba su ayuda porque solo tenían una tarde para prepararlo todo. Para ello tuvieron que hacer una llamada al hotel de Oropesa donde Álvaro había reservado habitación, comprar un montón de cosas, llamar a un amigo de Sandra para que les hiciera el favor, comprar un vestido... La tarde fue frenética y a contrarreloj.

 

Capitulo 37

"El que avisa no es traidor"


Álvaro: ¿A que se debe tú presencia aquí? (con rintintín)
Gonzalo: Solo venía a hablar con Bea, pero ya que estás aquí querría decirte algo.
Álvaro: ¿A sí, el qué?
Gonzalo: Bueno, yo... es que quería pedirte perdón por como me porte con todo el lío del Juicio y eso.
Álvaro: Tus disculpas llegan un poco tarde. (Muy seco y cortante)
Gonzalo: Álvaro, hermano, solo déjame explicarte que...
Álvaro: No hay nada que explicar, lo dejaste todo muy claro con tu actitud, Aahh, y yo no soy tu hermano.
Gonzalo: Por favor, necesito explicarte, luego me marcharé y ya no te molestaré más.
Bea: Chicos, me voy abajo a tomarme un café, así podréis hablar tranquilos

Bea se levantó y se acercó a Álvaro para darle un beso antes de salir, aunque era una excusa para susurrarle al oído " dale la oportunidad".

Gonzalo y Álvaro se quedaron en el despacho de Bea, los dos sentados en las sillas de delante la mesa de escritorio, uno frente a otro. Gonzalo empezó explicándole a Álvaro casi lo mismo que le explicó a Bea, todo su sufrimiento, toda la soledad que había sentido, las borracheras y las jornadas de resaca tirando su vida por el retrete... Sus visitas con la psicóloga y la firme promesa de pedir perdón a las personas que había tratado mal. Álvaro lo escuchaba serio, con el semblante duro y amenazante, estaba cerrado en banda y no iba a permitir ablandarse por muchas palabras que le dijera. Se había prometido a si mismo que no volvería a dejarse influenciar por nadie. De hecho, el haber escuchado siempre a Gonzalo y haberse dejado influenciar por él, había tenido parte de culpa en todo el embrollo de Bulevar 21 y la empresa fantasma. Si estaba allí, en ese momento, escuchándolo, era porque Bea se lo había pedido. A pesar de esa coraza de hierro que se había puesto frente a Gonzalo, algo en su interior se le removía al escuchar todo aquello. Durante muchos años habían sido almas gemelas, hermanos de sangre, un dúo dinámico, un pack inseparable, como los yogures...y eso no se podía borrar de un plumazo, aunque no estaba dispuesto a reconocer que las palabras de Gonzalo le importaban más de lo que aparentaba, el orgullo aunque puede difuminarse nunca se borra.

Álvaro: ¿Y pretenderás que con una simple disculpa te perdone todo?
Gonzalo: Te estoy hablando con el corazón, ahora te toca a ti decidir si crees en mi o no, si me perdonas o no...Yo no se que mas puedo hacer
Álvaro: No puedes hacer nada, ya hiciste suficiente.
Gonzalo: Estas siendo muy duro conmigo, te estoy reconociendo que me equivoqué y que me arrepiento. Créeme.
Álvaro: No puedo creerte Gonzalo, me la jugaste demasiadas veces, me fallaste, me traicionaste. Ya no quiero mas excusas así que vete.
Gonzalo: (levantándose para irse) ¿Sabes que Álvaro?
Álvaro: ¿qué?
Gonzalo: Esta conversación que acabamos de tener me ha recordado a las que tenías tú con Bea cuando se enteró del engaño y tú intentabas recuperarla.
Álvaro: (Haciendo un gesto de negación y moviendo la cabeza con los ojos mirando a la nada como en una mueca de incredulidad.)
Gonzalo: Pero no te preocupes Álvaro, yo no voy a insistir tanto, ya sabes mi postura y si un día recapacitas y eres capaz de ver que soy sincero, entonces llámame y hablamos, hasta entonces que te vaya bien.
Álvaro: Me va fantásticamente bien gracias.

Gonzalo salió por la puerta más abatido de lo que deseaba. Había esperado el momento en poder disculparse con Álvaro pero en su imaginación estaba un Álvaro mas comprensivo que con el que se había encontrado en la realidad. Álvaro al oír como se cerraba la puerta tras Gonzalo, se puso las manos en la cabeza, miró al cielo y lanzo un suspiro al aire. En el fondo sabía que había sido muy duro con Gonzalo. Eso de que parecía la conversación que el había mantenido con Bea un millón de veces cuando ella no quería saber nada de él, le había descolocado. Y pensó en la impotencia que sintió en esos días, la impotencia de ser sincero y que no se crean tu sinceridad, era duro, el lo sabía de primera mano y supuso que Gonzalo sentiría eso ahora mismo.

Al cabo de unos segundos Álvaro bajó al área de descanso para avisar a Bea de que Gonzalo ya se había marchado y de que podían seguir trabajando pero al entrar allí dentro contempló sin hacer ruido a Bea hablando con Nacho. Se estaban riendo. Bea y Nacho estaban en el pequeño sofá, sentados uno junto al otro con una taza de café en la mano. No sabía porque pero le pareció que había complicidad entre ellos. Se acordó de un día en Bulevar, en el sofá rojo de su despacho, tomando los dos un sándwich, mientras repasaban sus inversiones en bolsa juntos, esa complicidad que tenían en esos momentos, esa complicidad que hasta Cayetana intuyó. Y sintió celos, era una tontería pero los celos aparecieron en él sin poder remediarlo. Nacho no le había gustado, desde que lo conoció apreciaba algo extraño en él, como si escondiera algo, como si se creyera por encima de él, como miraba y se dirigía a Bea no le gustaba un pelo.

Álvaro: Hola (entrando dentro de la habitación)
Bea: Hola
Nacho: Hola Álvaro
Álvaro: Bea, Gonzalo ya se ha ido, cuando quieras seguimos con el trabajo.
Bea: Vale, me acabo el café y subo.
Álvaro: Bueno, me tomaré un café con vosotros yo también.
Nacho: Yo me voy ya, tengo que repasar varios textos, Jimena los quiere para ya.
Bea: Muy bien, nos vemos luego.
Nacho: Adiós
Bea: Adiós
Álvaro: Adiós.
Álvaro: (después de irse Nacho) ¿Os vais a ver luego?
Bea: ¿que?
Álvaro: ¿Que si Nacho y tú habéis quedado para veros luego?
Bea: No, ¿porque lo dices?
Álvaro: No por nada, como le has dicho que os verías luego....
Bea: Era solo una forma de hablar. No me dirás que.... (Riendo)
Álvaro: (agachando la cabeza) ¿No me dirás que qué?
Bea: ¡¡Que estás celoso!!
Álvaro: ¡Yo!
Bea. ¡Si tú!
Álvaro: Yo no, ¿tendría que estarlo?
Bea: (acercándose a él en tono cariñoso) Álvaro, (abrazándole y levantándole el mentón con la mano para que la mirara a los ojos) Te quiero, a ti, soy irremediablemente tuya.
Álvaro: (Mirándola y sonriendo) Ya, lo siento, es que no se que me pasa con Nacho, cuando él esta contigo y os veo reír... es que...te quiero tanto, que me da miedo perderte.
Bea: No tienes nada que temer, además estamos prometidos ¿no?
Álvaro: Si (besándola)

La jornada del lunes siguió con normalidad hasta la hora del cierre. Álvaro y Bea salieron del despacho, se despidieron hasta el día siguiente de las chicas y subieron escaleras arriba para irse a casa, a su casa. Los dos se ducharon, primero Bea y después Álvaro. Al acabar este de hacerlo se sentó junto a Bea en el sofá y la rodeó con sus brazos. Empezaron a hablar y en un momento de la conversación salió el tema de Gonzalo.

Bea: ¿No crees que se merece una segunda oportunidad?
Álvaro: Tal vez, pero aún me da rabia como se portó.
Bea: Pero Álvaro, tú mas que nadie sabes como es Gonzalo, sabes que es un tipo bastante cobarde en según que cosas, siempre a sido así. En el fondo la reacción que tuvo en el juicio fue lógica, fue él. Ya sabías que iba a ser así.
Álvaro: Ya, si tienes razón, Gonzalo siempre ha sido una nenaza
Bea: Pero ha sido una nenaza que ha estado a tú lado casi siempre, tu amigo.
Álvaro: No quiero hablar más de Gonzalo, ya pensaré en eso en otro momento, ahora quiero estar así contigo, juntitos.


A la mañana siguiente, los dos se levantaron y se fueron a trabajar. Un nuevo número de Tempo MDV salía a la venta ese mismo día, el tercer número de la revista. A primera hora Chusa les llevó dos ejemplares recién salidos de rotativas del tercer número que iba a ponerse a la venta en cuestión de minutos. Los dos la ojearon y Álvaro empezó a reírse.

Bea. ¿Que te hace tanta gracia?
Álvaro: La sección de humor gráfico.
Bea: ¿A ver?
Álvaro: mira, aquí...


Bea: Jajjaa, si, tiene su gracia. Me acuerdo de una vez que tú... (Riendo)
Álvaro: Ya se, ya se, ya se. Pero es que esa maquina estaba estropeada de verdad.
Bea: Si, si, la fotocopiadora organizó una revolución contra ti (riendo)
Álvaro: ja, ja, ja me parto (irónicamente) ¿Cambiamos de tema?
Bea: ¿que tal te llevas con el fax?
Álvaro: ¿que tal si vamos a desayunar tranquilamente?
Bea: Vale, (susurrándole) pero ten cuidado, la cafetera podría estar en tu contra... (Riendo)

Álvaro y Bea salieron del ascensor sonriendo pero sus sonrisas se tornaron incredulidad al ver quien había entrado por la puerta de Tempo Mdv en esos instantes.

Diego: ¡¡Hombre si son los dos tortolitos de nuevo juntitos en su nidito!!
Álvaro: ¡¡Diego!! Te hacía en la cárcel todavía, ¿A que has venido Diego? A ladrar como siempre, supongo.
Diego: Hay Álvarito, veo que no has cambiado nada, sigues siendo un perdedor miserable. He venido a ver la revista de Beatriz, comentan que ha sido una revolución en el mercado y que está cosechando unos éxitos increíbles a nivel económico. Y a mí estos temas me apasionan.
Bea: Si, la revista va estupendamente y por si no lo sabias este edificio tiene reservado el derecho de admisión, así que será mejor que te vayas Diego. Tú no tienes nada que ver con esto y no pintas nada aquí.
Diego: Si, claro, Beatriz, es usted una empresaria excelente eso no se le puede negar, pero tiene un defecto, no sabe elegir bien a los hombres, se equivocó de bando.
Álvaro: Diego, ¿has venido por algo en especial o solo a incordiar como siempre?
Diego: No, he venido a avisaros.
Bea: ¿Avisarnos de que?
Diego: De que las cosas no van a quedar así, que viendo que no se ha hecho justicia por la vía legal, voy a imponerla yo, así que tened cuidado, voy a hacer justicia yo y pagareis por lo que me habéis hecho pasar, por lo que me habéis quitado.
Álvaro: Diego, no ladres tanto y déjanos en paz.
Diego: Os dejaré en paz, si, pero cuando haya acabado con vosotros.
Bea: Marga llama a seguridad
Diego: No hará falta Marga, ya me voy, pero quedáis avisados, y el que avisa no es traidor
Diego: (Marchándose pero dándose la vuelta antes de salir por la puerta) Ahh, por cierto Álvaro: Por mucho que estés al lado de Beatriz no se te va a pegar su inteligencia.

Álvaro hizo un amago de irse a por Diego pero Bea le cogió del brazo haciéndole parar y desistir de la idea de pegarse con él.

 

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